Sigue soñando...
Esta es la historia que me dispongo a relatar, espero les guste,
CAPITULO CERO
Sigue soñando, me dijo, y eso es lo único que siempre supe hacer…
Atravesaría desiertos, en la fuerte compañía de la inmensa soledad, - plegaria suelta de mis manos, deseosas de recobrar sus ansias, de recordar sus fortunas- . Al paso de sus pies, recordando sus palabras, caminó hacia su luz.
La juventud que lo rodea es el motor que lo lleva a la espera de su dueña.
Sabia paciencia recobra cada célula de su cuerpo, y deja calmo su espíritu, que obtienen fuerzas de su propia mente.
- por los caminos de la espera, eh sido condenado a vivir-. Su alma tranquila suspiró.
Mientras, le comenta al cielo sus pensamientos - Si solo en el destino nuestros caminos se volverán a cruzar, dejare en sus manos todas mis esperanzas, pues no existe mayor fuerza que me exija sonreír.
Y así siguió su camino, atravesando poblados desiertos, rodeado de sombras que no paran de correr. Con la cabeza sosteniendo sus pies, su mirada no quiere responderle, pues ella es la dolorosa victima de la vida. Sus ojos, extraños pasajes por donde se puede apreciar el fluir de la vida, son los más afectados, pues dichosos fueron una vez de apreciar el resplandor de su contorno.
Se vio obligado a elegir, e incapaz de asumir sus temores decidió atribuirle el dolor a sus habilidades. Su imaginación, su más poderosa arma. Aun con toda su concentración, es incapaz de recordar tanta precisión junta.
El quien su justeza, y su perfección pudo resumir el concepto de la pura belleza tantas veces, y tantas otras de darle propia hermosura a lo carente de ella. Ahora se ve aplacado por tal magnitud. Preso por sus mismas exigencias, de querer deleitar al mundo y al él mismo, con la dulzura que una vez presenció. Que ni las mismas abejas podrían imitar. Se ve imposibilitado de concretar.
Y así comienza su odisea, en busca de las bellezas del mundo, para poder encontrar una que iguale la que una vez admiro.
Si escuchas con perseverancia oirás su confesión… al final
CAPITULO CERO
Sigue soñando, me dijo, y eso es lo único que siempre supe hacer…
Atravesaría desiertos, en la fuerte compañía de la inmensa soledad, - plegaria suelta de mis manos, deseosas de recobrar sus ansias, de recordar sus fortunas- . Al paso de sus pies, recordando sus palabras, caminó hacia su luz.
La juventud que lo rodea es el motor que lo lleva a la espera de su dueña.
Sabia paciencia recobra cada célula de su cuerpo, y deja calmo su espíritu, que obtienen fuerzas de su propia mente.
- por los caminos de la espera, eh sido condenado a vivir-. Su alma tranquila suspiró.
Mientras, le comenta al cielo sus pensamientos - Si solo en el destino nuestros caminos se volverán a cruzar, dejare en sus manos todas mis esperanzas, pues no existe mayor fuerza que me exija sonreír.
Y así siguió su camino, atravesando poblados desiertos, rodeado de sombras que no paran de correr. Con la cabeza sosteniendo sus pies, su mirada no quiere responderle, pues ella es la dolorosa victima de la vida. Sus ojos, extraños pasajes por donde se puede apreciar el fluir de la vida, son los más afectados, pues dichosos fueron una vez de apreciar el resplandor de su contorno.
Se vio obligado a elegir, e incapaz de asumir sus temores decidió atribuirle el dolor a sus habilidades. Su imaginación, su más poderosa arma. Aun con toda su concentración, es incapaz de recordar tanta precisión junta.
El quien su justeza, y su perfección pudo resumir el concepto de la pura belleza tantas veces, y tantas otras de darle propia hermosura a lo carente de ella. Ahora se ve aplacado por tal magnitud. Preso por sus mismas exigencias, de querer deleitar al mundo y al él mismo, con la dulzura que una vez presenció. Que ni las mismas abejas podrían imitar. Se ve imposibilitado de concretar.
Y así comienza su odisea, en busca de las bellezas del mundo, para poder encontrar una que iguale la que una vez admiro.
Si escuchas con perseverancia oirás su confesión… al final
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